UGT llama a recoger el cáncer de mama en el listado de enfermedades profesionales

En el Día mundial del cáncer de mama, el sindicato recuerda que la infradeclaración de enfermedades profesionales supone un alto coste, no solo para las trabajadoras que las sufren, sino también para el sistema público de salud, al cual se derivan los costes que deberían ser asumidos por las Mutuas Colaboradoras con la Seguridad Social

19/10/2025

 

Según el Observatorio del Cáncer, el 28,4% de los pacientes de cáncer han perdido o dejado el trabajo después de la enfermedad y un 3% ha tenido que cambiar de trabajo a consecuencia de la enfermedad. A las dificultades físicas y emocionales, se le suman las dificultades económicas. El 41% de las familias se enfrenta a un coste superior a los 10.000 euros durante la enfermedad, situándose en muchos casos en riesgo de exclusión social.

El impacto del cáncer en el entorno laboral es mayor en las mujeres que en los hombres. En el caso de las mujeres enfermas de cáncer, el 55% declara haber visto limitadas sus oportunidades laborales o carrera profesional, mientras que en los hombres esta situación se da en un 41%. La falta de apoyo percibida por compañeros o jefes también es superior en el caso de las mujeres, un 41% frente al 29% de los hombres. Además, a la hora de encontrar impedimentos para realizar el trabajo, el impacto también es mayor en las mujeres, 50%, frente al 37% que declaran los hombres.

En 2024 se diagnosticaron 35.875 nuevos cánceres de mama según el Observatorio del Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), lo que supone casi el 30% de los cánceres diagnosticados en mujeres. Es, por tanto, el más frecuente en mujeres y se estima que una de cada ocho mujeres españolas desarrollará esta enfermedad a lo largo de su vida.
La Sociedad Española de Oncología Médica, estima que en 2025 se diagnosticarán 37.682 nuevos casos.  
La edad de máxima incidencia está por encima de los 50 años, aunque el 10% de los casos se detecta en mujeres menores de 40.  

En 2024 murieron 6.518 personas por cáncer de mama en España. Representa un 15% de todos los fallecimientos por cáncer en la mujer en nuestro país. 

La AECC indica que la mortalidad tiende a disminuir por la mejora en los tratamientos y gracias a los programas de cribado gracias a los que se logra diagnosticar la enfermedad en sus inicios.  Los programas de cribado y la prevención a través de los servicios públicos de salud salvan vidas, pero estas medidas de prevención pueden extenderse también a las empresas en la actualidad. 

Durante los procesos de vigilancia de la salud que deben proporcionarse a las personas trabajadoras para el cumplimiento de la Ley de Prevención, algunas empresas amplían con pruebas diagnósticas preventivas o cribados para el cáncer de mama, próstata o colon, facilitando la detección precoz y mejorando la supervivencia de las personas trabajadoras. Sería conveniente que esta práctica se extendiera rápidamente por los beneficios que aporta no solo a las personas trabajadoras, sino a la sociedad en general. 

Como sabemos, los factores de riesgo que favorecen la aparición del cáncer de mama son múltiples. Entre ellos, se encuentran la edad, la obesidad, el consumo de tabaco y alcohol, el historial reproductivo y los antecedentes familiares. Por ello, es necesario actuar de forma más eficaz en aquellas causas que se puedan controlar de forma activa, como puede ser la prevención a la exposición a agentes carcinogénicos en el trabajo. No solamente del tipo de sustancia cancerígena, sino también reduciendo los valores límite y teniendo en cuenta las diferencias que puedan existir ante diferentes comportamientos biológicos en hombres y mujeres. 

Hasta ahora, los valores límite se establecían con parámetros masculinos, sin tener en cuenta las diferentes pautas o formas de penetración en el organismo si la exposición la experimentaba una mujer. Por tanto, es necesario aumentar la investigación y establecer medidas adicionales de prevención para las mujeres expuestas en su lugar de trabajo. 

Reconocimiento de enfermedad profesional

El investigador Laurent Vogel señaló claramente que “si usted es un hombre con cáncer de pulmón, su médico probablemente le preguntará dónde trabaja, pero es poco probable que lo haga si es una mujer con cáncer de mama. La consiguiente falta de información podría ser crítica”.

La actualización del listado de enfermedades profesionales español también debe dotarse de perspectiva de género: deben recogerse enfermedades femeninas con origen laboral como el cáncer de ovario por exposición al amianto, pero hoy especialmente subrayamos la necesidad de recoger en dicho listado, el cáncer de mama, por exposición al trabajo nocturno, por exposición a sustancias químicas (pesticidas, bifenilos policlorados, hidrocarburos aromáticos policíclicos, benceno y otros disolventes, óxido de etileno), y radiaciones ionizantes.

La infradeclaración de enfermedades profesionales y en especial del cáncer de mama, supone un alto coste, no solo para las trabajadoras que las sufren, que se ven privadas tanto del reconocimiento social como en términos de prestaciones, sino también para el sistema público de salud, al cual se derivan los costes que deberían ser asumidos por las Mutuas Colaboradoras con la Seguridad Social. 

Vigilancia de la salud

Los programas de vigilancia de la salud también deben dotarse de perspectiva de género y adaptarse a los riesgos del puesto que ocupa la persona trabajadora, pero teniendo en cuenta también si es mujer u hombre, para incorporar por ejemplo frecuencias o pruebas médicas distintas o específicas si fuera necesario.

Tras la ausencia prolongada en el puesto de trabajo que suele llevar asociada esta enfermedad, se debe realizar la vigilancia de la salud tal y como establece el Reglamento de los Servicios de Prevención (RD 39/1997, de 17 de enero). En el momento de la incorporación, debe valorarse si se considera a la trabajadora como especialmente sensible a determinados riesgos y en consecuencia implantar las medidas preventivas y de protección necesaria, ya que es necesario adaptar el puesto de trabajo a las condiciones de la trabajadora tras su incorporación después del tratamiento y la enfermedad.

Protocolos para la reincorporación al trabajo de estas personas

Las secuelas del cáncer siguen persistiendo, en mayor o menor medida, una vez se han finalizado los tratamientos. La Asociación Española contra el Cáncer indica que el dolor físico y la fatiga son dos de los síntomas más frecuentes que persisten en los supervivientes del cáncer.

Como se ha demostrado, en muchos casos, la reincorporación puede tener efectos positivos para la recuperación física y emocional de la persona trabajadora, pero también puede provocar preocupaciones respecto a la disminución del rendimiento y a la relación con otros compañeros y compañeras.

El momento de la reincorporación al trabajo de las mujeres que han sufrido cáncer de mama, una vez que la decisión médica y personal lo apoyen, deberá ser progresiva y paulatina, para proporcionar seguridad y confianza a la persona trabajadora. Debe permitir y ayudar a combatir la ansiedad que pueda suponer la vuelta al trabajo.  

Por ello es clave negociar, entre la empresa y los representantes de las personas trabajadoras, protocolos para la reincorporación al trabajo de estas personas, del mismo modo que se pueden incluir cláusulas en los convenios colectivos que lo regulen.

Pueden recomendarse la flexibilidad en el horario, las adaptaciones de jornada, evitar los trabajos que conlleven una alta carga física o también aquellos que puedan implicar altos niveles de estrés, como medidas que ayuden a adaptar el trabajo a la persona y sus características actuales. Es importante además sensibilizar a toda la organización sobre la necesidad de facilitar el momento en el que las mujeres que han sufrido cáncer de mama vuelven al trabajo.