
UGT conmemora este 9 de noviembre reafirmando su compromiso con la justicia social y la dignidad del trabajo
10/11/2025
Hoy, 9 de noviembre, se conmemoran treinta y seis años de la caída del Muro de Berlín, símbolo material y político de la división de Europa durante la Guerra Fría. Aquel muro, levantado en 1961, separó no solo una ciudad, sino también un país, familias de trabajadoras y trabajadores, y pueblos enteros bajo dos modelos de organización económica y social contrapuestos.
Su derrumbe en 1989 marcó el inicio de un nuevo orden mundial y abrió una etapa de profundas transformaciones políticas, económicas y laborales y el fin de la Guerra Fría.
Desde una perspectiva histórica, el Muro representó la expresión más tangible de la tensión entre el capitalismo y el comunismo. Durante casi tres décadas, miles de personas arriesgaron su vida para cruzarlo en busca de libertad o mejores condiciones de vida. Su caída fue, al mismo tiempo, el triunfo de los movimientos ciudadanos que exigían apertura, democracia y derechos humanos, y el inicio del proceso de la reunificación de Alemania, un tránsito no exento de desigualdades y desafíos para la clase trabajadora y cuyos efectos son hoy aún visibles en el país europeo.
Desde una mirada sindical, el aniversario del 9 de noviembre invita a reflexionar sobre los efectos que tuvo la reunificación, la expansión del modelo económico neoliberal y sus condiciones laborales para millones de personas trabajadoras y el “fin del miedo” de ese capitalismo económico y político a un modelo que, al otro lado del muro, competía y apuntaba, de igual a igual.
La apertura de los mercados y la integración del Este en la economía de mercado trajeron consigo tanto oportunidades como precarización. Se perdieron decenas de miles de puestos de trabajo en los años posteriores y las organizaciones sindicales, especialmente nuestro sindicato hermano de Alemania, la DGB, tuvieron que adaptarse a un nuevo contexto de competencia, privatizaciones y reestructuración productiva. Muchos de los muros que se derribaron físicamente se levantaron de nuevo en forma de desigualdades, fronteras económicas y exclusión social.
La caída del muro no fue vista por el liberalismo como el fracaso del sistema del Este, sino como el triunfo absoluto de su modelo y, como tal, y sin competidor, desplegó en su más amplia forma, la supremacía del mercado sobre lo social. Pero esa inefable consecuencia no debe ocultar que la historia de la caída del Muro también es la historia de la unidad y la resistencia colectiva.
El papel de los sindicatos fue decisivo
Los movimientos sindicales de Europa del Este jugaron un papel decisivo en el impulso de los cambios democráticos reivindicando derechos laborales y sociales frente a regímenes autoritarios. Aquella experiencia nos recuerda que no hay muros —físicos o simbólicos— que dividan a los pueblos, a las y los trabajadores, que no puedan caer con organización, solidaridad y conciencia colectiva.
El movimiento sindical ha mantenido viva la bandera de la solidaridad internacional, defendiendo los principios de libertad sindical, justicia social y trabajo digno. La Unión General de Trabajadoras y Trabajadores conmemora este 9 de noviembre no sólo como una mirada al pasado, sino reafirmando su compromiso con la justicia social y la dignidad del trabajo y poniendo de manifiesto las contradicciones de un sistema hegemónico que hoy parece desmoronarse víctima de su propia cicatería. En tiempos de nuevas desigualdades, migraciones forzadas y crisis económicas, la memoria del Muro de Berlín nos interpela para seguir construyendo puentes de diálogo y cooperación entre los pueblos, entre las trabajadoras y trabajadores del mundo, y en la necesidad de seguir derribando nuevos muros que, en forma de verja, arancel, desregularización laboral, precariedad y explotación, impiden la autodeterminación de la clase obrera y el justo equilibrio entre el capital y trabajo.